Colombia
Al escondite con la lluvia y con la muerte
El show del paraíso y la hipocresía mediática
Doña Pepita y su merced
Las malas rachas, como las tormentas, a veces se ven venir. Estoy en racha (mala) con la autoridad. Porras es el agente número 193834, número demasiado largo para protagonizar una película de James Bond, pero de longitud adecuada para esta arrancar esta historia. Los controles de policía en Colombia no vienen acompañados estos días de toda la parafernalia militar que yo vi cuando recorrí este país en el 2.002. Son apenas un par de pivotes de color naranja desgastado por el sol, mal alineados, y una furgoneta varada a orillas de la carretera. La tarde agonizaba a la par que las fuerzas y aún quedaba la subida hasta Pamplona. En total ese día ascendimos 1.850 metros. Las paradas en boxes estaban contadas para poder llegar a Pamplona con luz de día, y detenerse en un control de tráfico no estaba contemplado en la hoja de ruta. El agente Porras me mandó pararme y, aunque no me gustó pues me iba a hacer perder un tiempo precioso, lo hice. Le mostré el pasaporte y entonces me vino con la copla:
A por otra vuelta al mundo
Martina es diseñadora gráfica y con experiencia más que sobrada para crear un par de documentos en pdf idénticos a los que emiten las compañías aéreas llamados billetes de avión. Casi hasta que me molestó que el funcionario de la fronteras no me lo pidiera. Con lo bien hecho que estaba mi ticket de avión hacia Madrid. A Martina si le sirvieron sus horas creando el billete de avión y les mostró su trabajo que fue aprobado con nota alta por el funcionario.