La maravillosa ración de combate
La última crónica anunciaba un plan de viaje que no he podido mantener. No hay mortal que aguante día si y día también, las tormentas eléctricas, la lluvia, el barro y el viento a más de 4.000 metros durante una semana. La media hora de sol que el cielo obsequia cada mañana se paga en estos lugares con dos o tres tormentas diarias. No le encuentro mucha diversión a empujar la bici por el barro y meter los pies, hasta el tobillo, en barrizales que te agotan más moralmente que fisicamente. Aunque esto último también.
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