Son humanos aunque vayan de verde
Recuerdo muchos cruces de fronteras. El más difícil sin duda fue el de Turkmenitán hacia Irán. Cuando el policía turkmeno me despegó las tapas del pasaporte y su colega iraní no me dejaba entrar con el pasaporte despegado. Pero posiblemente el más estúpido sea el de la frontera, única, de China con Mongolia. Apenas un kilómetro entre el norte de China y el desierto del Gobi. Pero Dios mío, cuántas familias viven de ese cruce humano. En el lado chino tienes una maquinita con la que mostrar tu nivel de satisfacción por la atención del militar chino que te ha sellado el pasaporte: descontento, normal o contento. Siempre se me olvida apretar el botón. Tal vez porque no existe la opción: hasta las pelotas de tanta burocracia.
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