Si eres capaz de leer este texto que escribo un domingo a las 15h de la tarde, sin atender las notificaciones de tu teléfono, encerrándote en el baño si fuera preciso, tal vez llegues a entender un poco mejor lo que he escrito: Todo está en ti.
No se tu edad, no importa en realidad, pero seguro que ya has sufrido bastante. Solo si has sufrido bastante lo entenderás. Hay caminos que solo se descubren si estás perdido. Cuando todo va bien no necesitas mirar el mapa.
Durante años has buscado fuera de ti el placer. ¿Lo has encontrado? Imagino que si. Unas vacaciones, o al menos las primeras horas de tus vacaciones, son para muchos momentos da placer.
¿Qué ocurre después de ese placer? Llega la insatisfacción. No tarda mucho. Limpias la casa, estás contento, y unos días más tarde ves de nuevo el polvo durmiendo en las estanterías.
Así nos pasamos la vida, gozando-sufriendo-gozando-sufriendo. ¿Nunca te has parado a pensar porqué es así? ¿Crees que eso es irremediable? Tú, que aspiras a tener una fortuna, que deseas conquistar el mundo con tus productos, ni siquiera te has parado a pensar porqué el placer no se queda siempre en tu vida, porqué toda tu felicidad es efímera.
Imagina que eres una pelota. La pelota cuando está moviéndose está feliz, porque esa es su finalidad. La pelota tiene como destino vital moverse. Cuando está parada está triste. La pelota puede conocer su propósito pero no depende de ella lograrlo.
Tú tienes, no sólo la posibilidad de conocer tu propósito, sino que lograrlo depende de ti. Ahora bien, si no te detienes a pensar a qué coño has venido a esta vida nunca lo lograrás.
Y es obvio que no has venido a esta vida a hacer dinero, porque eso no le ha hecho feliz a nadie nunca. Los seres humanos más ricos suelen ser los más infelices; el pobre, el que no tiene un euro, al menos piensa que si lo tuviera sería feliz. El rico, el que no tiene que mirar su cuenta bancaria para llegar a fin de mes, duerme mal, porque no entiende cómo teniendo tanto dinero no es feliz. El rico ha llegado al final del casino, ha cobrado todas sus fichas, y ha descubierto que no hay ninguna puerta que lleve a la felicidad.
Si has pasado los cuarenta habrás visto ya que vivir con alguien, tener hijos y un trabajo, no son cosas imposibles. La mayoría de las personas que viven en tu edificio lo han logrado. ¿Tú crees que ese es el propósito de esas personas?
¿Tú crees que esas personas son felices a tiempo completo?
Durante mis trece años de vuelta al mundo vi algunas personas felices a tiempo completo. Eran los que tenían menos cosas. El que tiene muchas cosas tiene preocupaciones en número proporcional a las cosas que tiene.
Tengo amigos con mucho más dinero que yo que no pueden permitirse no ir un lunes a trabajar.
No estoy escribiendo este artículo para que lo leas, ni para aumentar mis ventas. Lo escribo porque necesito que alguien despierte. No se quién ni cuándo, pero alguien leerá estas palabras y las entenderá.
Todo está en ti es la única conclusión que uno puede extraer si se ha pasado cuarenta o cincuenta años buscando ahí afuera el placer y no lo ha encontrado. Si se tratara de un científico en un laboratorio debería suspender sus experimentos y decir: basta, no está aquí, la felicidad no está en lo ordinario, no está en lo observable, no está en lo cuantificable.
¿Dónde está pues la felicidad, querido científico?
Si aceptamos que solo hay dos realidades, dentro y fuera, si la felicidad no está fuera está dentro. Hay una tercera realidad, es el umbral, el dintel de la puerta. Pero ese no es un espacio que habitar sino más bien un lugar de paso. Tarde o temprano entras o sales. En realidad tú y yo somos el umbral, somos los que podemos decidir si salimos a buscar la felicidad o si nos quedamos dentro.
Hace años que decidí aislarme, poco a poco, del mundo exterior. No es que no necesite a los otros, es que me molestan para mi experimento. Para vivir dentro de mi no necesito de los otros. No quiero comidas de compromiso, fines de semana de movidas, y quedadas de amistad.
Antes de morir debo descubrir porqué todo está en mi. Y los últimos minutos de mi vida los dedicaré a disfrutar de ese gran descubrimiento.
Intuyo que es así, intuyo que todo está en mi. Por una razón. No hay problema en mi vida que no termine aceptando. No hay nada que no acabe digiriendo, tragando, asumiendo… En eso ha tenido mucho que ve la Filosofía Estoica, de la que hablo en mi último libro Abrazar la incertidumbre.
Si, todo me da un poco igual. Tengo deseos pero procuro que no crezcan mucho, que no sean más altos que yo. Tengo algunas penas pero no quiero nombrarlas para que no se vengan arriba. En general, y no lo digo por decir, todo está bien.
Todo está, en realidad, muy bien. Solo hay una cosa que me importa realmente en la vida: vivir conscientemente. Y eso implica darme cuenta a través de mis cinco sentidos de lo que ocurre.
La mente es la gran enemiga. Ella presenta la realidad como le conviene. Como cuando vas a comer a casa de alguien y todo está limpito y ordenado. Si hubieras llegado un día antes hubieras visto otra realidad. La mente nos adorna la vida o nos la pinta de negro. Todo según ella quiera. Su gran aliado, el ego, le va chivando lo que debe hacer.
Pero si consigues salir de la mente y entras en la realidad, descubres que no se puede uno quedar con lo bonito y desterrar lo malo. Que ambos son compatibles y necesarios. Cuando hablamos de la realidad estamos nombrando a ambos. No hablamos de la mala realidad y de la buena realidad, sino de la Realidad. Lo Uno, que es múltiple a la vez, pero que es Uno.
Todo está en ti, y cuando digo todo digo lo más grande, lo que no se puede nombrar. Si un día llegas a vislumbrar que la Realidad es mucho más grande que tu mente, y que tus problemas, así llamados por ti, son fruto de tu mente, empezarás a abrazar la realidad como es, amarga y dulce.
En Tailandia recuerdo que me comentaban que los hombres se iban un tiempo al monasterio para practicar la vida espiritual. ¿Cuándo ha sido la última vez que te has retirado del mundo material? Si no eres capaz de pasar contigo a solas media hora al día, paseando, no pensando, solo paseando, observando la vida, las nubes…, habrás pasado por esta vida despreciando una de las mayores y más económicas formas de disfrutar del tiempo: no hacer nada.
Debe ser agotador y por la vida buscando la felicidad. Levantar cada piedra, subir a cada montaña, bañarse en todos los ríos, preguntar a cada persona con la que te cruzas, comprar todo el catálogo de Amazon… Yo renuncio. Renuncio a seguir buscándola. De pequeños no se si habéis jugado al escondite. Ese juego era fascinante porque te permitía descubrir lugares de tu casa que nunca antes te habías atrevido a visitar. Pero el juego tenía un falso final que yo odiaba. Era cuando me escondía tan bien que la persona que debía buscar decía que no buscaba más. Entonces yo tenía que salir de mi escondite. Aunque se puede decir que técnicamente yo había ganado me sentía engañado. Para mi el juego era ganar si, pero siempre y cuando alguien gastara su energía e ingenio buscándome. Ganar así, mediante una renuncia, es una victoria poco sabrosa. Como si en una gran final de tenis el rival se retira a la media hora por una lesión. Parece que no has ganado tú sino que el otro se ha retirado y te ha dejado ganar. Pero no has podido demostrar que eras mejor.
Pues bien, te cuento esta historia del escondite, porque yo, el encargado de buscar la felicidad, me rindo. No la buscaré más. Si quiere ella que salga de su escondite. Y las veces que en mi vida he empleado esa táctica ha funcionado. Ella ha venido a visitarme.
Y lo dicho para la felicidad, vale para la fortuna, la paz, la risa, el sol y los cacahuetes. Porque todo está en ti, basta dejar de buscarlo fuera.
Hace un año publiqué un Curso online para la gente como tú que no le gusta leer, en el que te ayudo a conocerte mejor, con ejercicios simples pero efectivos. Calculo que más de 1.000 personas ha pasado por el curso y aunque digo que si no queda satisfecho le devuelvo su dinero, pocos han reclamado. Será que funciona. Vivir con propósito, te dejo aquí el enlace. Espero que te ayude a ver la vida de otro color.
Paz y Bien.
El primer párrafo es de una prepotencia enorme, ego desmesurado. El resto, pues bueno,… como diría… Me callo.
De lo que no se puede hablar es mejor callar- Wittgenstein
Acabo de descubrir la sección, ya lo siento ????
Aquí dentro está el mundo entero.
Está claro que tú la has encontrado, la felicidad digo, enhorabuena !
Me remueve todo esto que leo, saldré en bici ???? que me cambia el humor.
Yo te hubiera encontrado en el escondite, hubiera puesto la casa patas arriba.
Gracias por compartir tanto????