En la mitología griega, Eulabeia era el espíritu y la personificación de la discreción, la precaución y la circunspección. Ha sido gracias al profesor Jordi Claramonte y la asignatura Teoría de la Estética, por la que he llegado a su conocimiento.
No la he descubierto.
Ella me ha descubierto o, mejor aún, hemos chocado.
Hay una necesidad de Eulabeia en nuestra sociedad, es urgente darse cuenta. Me refiero con ello, no a la mitología griega, sino al cuidado y a la atención que debemos poner en nuestras relaciones con el mundo y con los demás.
No basta que, por ejemplo, tengamos solo la atención concentrada cuando encendemos una hoguera y que sin embargo miremos a otro lado cuando le damos al botón de encendido a nuestra cocina de gas.
Hay que mirar, asombrarse y dejar de dar las cosas por hecho.
Un día das por hecho que sale agua del grifo y al otro das por hecho que mañana vas a estar vivo.
Todos los que te han precedido, y que ya están muertos, tenían la certeza el día que se levantaron de que ese no sería su último día.
La muerte siempre te pilla con la boca abierta de asombro.
¿A mí? ¿Tan joven?
Eulabeia significa también escuchar con atención. Es eso que decimos de que hay que escuchar al otro, no solo oírlo, no solo esperar a que acabe su monólogo para iniciar el nuestro.
Lo opuesto es la Akedeia, la indiferencia ante lo que ocurre, la apatía, la falta de cuidado.
En un mundo en el que la gente cuida el cuerpo al máximo, un mundo en el que la gente no se corta un pelo por retocarse la piel, el pelo, las uñas o hasta el abdomen, faltaría desplegar ese cuidado hacia lo invisible.
Dejar las apariencias y buscar más lo invisible, lo que no está encima de la mesa, ni tiene cuenta en Tik Tok.
Hay una urgente necesidad de escuchar al Planeta, a los ríos, a los animales, de observar las nubes, la lluvia, el cencerro de la vacas …
Tal vez así se apague el murmullo interno de tu mente diciéndote cosas contradictorias.
Cuando Nadal, por ejemplo, se seca el sudor, bota la pelota, se rasca el culo o da un saltito para no pisar la línea en el cambio de pista, no está haciendo otra cosa que evitar que su mente se concentre en su último fallo y evitar así los nervios de un saque comprometido. Se autodistrae en los detalles para no distraerse con su mente.
Si tienes un problema, o varios, intenta concentrarte en algo cotidiano: en lavar bien los platos, en limpiar los zapatos, en tocar una partitura al acordeón, en hacer malabares con pelotas (AQUÍ EL CURSO) o en cualquier cosa que te saque del círculo vicioso en el que tu mente te arrastra.
Los maestros Zen te dirían que la atención plena en cada acción te libera del sufrimiento. No se si tanto, pero es obvio que si te centras en una cosa con suma atención, te olvidas del dolor de muelas…, un ratito.
No digo que no tengamos problemas, digo que nuestra mente los refuerza, los resalta, los enmarca, los grita, los fosiliza.
Hay que acabar con la tiranía de la mente con las actividades prácticas, con el baile, la música o la meditación.
Meditar no es más que llevar la atención a un punto. El que sea: tu respiración, la boca, el cuarto chakra…
Vive más conscientemente y más en atención plena.
Practica la Eulabeia.
Paz y Bien el biciclown
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