Ahora sitúate en el centro de tu existencia, un punto equidistante de tu nacimiento y de tu muerte. Es imposible porque solo conoces uno de los dos extremos de la línea. Sitúate, entonces, en el centro de tu vivir ahora. Toma una hoja y un lápiz y escribe tu nombre y tu edad.
Álvaro, 54.
Bien, ahora vamos a interpretar la vida para que lo que venga tenga un sentido diferente. Las personas no solemos mirar hacia atrás, salvo si se nos cae la cartera. Estados de reposo forzoso, motivados por una enfermedad o una baja laboral involuntaria, nos ayudan a esa mirada retrospectiva que ahora, queremos forzar.
¿Por qué debo mirar hacia atrás?
Cuando miras un gráfico de, por ejemplo, el crecimiento de la economía en los últimos 10 años, lo que se hace es comparar el presente con el pasado. Eso hace que tu mirada sea global, pues si se limita a un período muy corto donde hubo una gran crisis, puedes pensar que toda tu vida ha sido así, cuando en su lugar eso fue un momento puntual, aunque doloroso que nuestro cerebro se encarga de fijar bien en nuestro recuerdo.
Al interpretar tu pasado desde tu punto actual, ese que has escrito en la hoja de papel, hechos que fueron horrorosos en su día y que pensabas que te harían imposible la vida, fueron poco a poco siendo asimilados y, hoy, son un recuerdo amargo que no sangra.
Escribe en esa hoja dos o tres de esos acontecimientos que, en su momento, te parecieron insuperables.
- Suspender las oposiciones a notarias.
- La primera malaria cerebral.
- Un cólico nefrítico en Suiza sin seguro privado.
La vida auténtica
El arte de interpretar tu vida es como el arte de la hermenéutica heideggeriana: analizar tu vida para dar valor y sentido a actos que en su momento no lo tuvieron y dejar pasar algunos que en su día, fueron demasiado ensalzados o ponderados. No hay hechos sin interpretación de los mismos, decía Nietzsche y de ahí que vivir tragando experiencias como quien consume vídeos en internet no te aporta nada. Eres como la persona que repone la fruta en el supermercado; por sus manos pasan kilos y kilos de fruta, pero puede que en su dieta haya carencia de fruta porque no la consume.
Vivir acumulando hechos, sin interpretarlos es tragar sin masticar, beber sin respirar y volar sin abrir las alas.
No podrás vivir una vida auténtica si no interpretas tu pasado. Hacerlo, por otro lado, tampoco te asegura que lo sea, pero al menos te sitúa en las condiciones de salida para hacerlo. Al repasar lo que ha sido tu vida en esa hoja de papel, y ver cómo reaccionaste ante los hechos (neutros) de la vida, te das cuenta de que ni fue tan malo ni tan bueno. Ni aquél golpe de mala fortuna acabó con tu vida, ni la buena suerte de un momento te llevó a donde estás ahora.
Pararse a interpretar la vida es lo que los estoicos como Marco Aurelio hacían cada noche en su campamento de campaña. Es uno de los ejercicios del curso Vivir con serenidad.
Un futuro absolutamente incierto
Nadie puede predecir el futuro. Nadie. Porque las personas somos impredecibles y desconocemos cómo vamos a reaccionar antes los hechos (neutros) del Universo. Sobre este tema de hechos neutros se centra mi último libro Abrazar la incertidumbre.
Es posible que ante un incendio de un edificio la mayoría salga corriendo, pero puede que haya algunos que entren a rescatar a otras personas. Tú mismo, un día harías una cosa y otro harías otra.
Depende de tu estado de ánimo, de lo que veas hacer a tus personas cercanas…
Dedícate unos minutos a interpretar tu vida, ponle nota, y guarda el papel en algún lugar para consultarlo otro día.
Te sorprenderás de los efectos de este ejercicio.
Paz y bien , el biciclown
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