Buscando el calor del invierno sirio
Mis amigos partieron de madrugada y el último desayuno en el hotel donde me alojaron en Amman lo disfruté solo. Es duro dejar las comodidades por lo desconocido, pero en eso radica mi vida. En saltar de interrogante en interrogante. El frío se ha adueñado de esta parte de Oriente Medio y me persigue con feroz tenacidad. Conseguí llegar cerca de la frontera pero decidí pasar mi postrera noche jordana. No encontré buen sitio para acampar, la policía no fue de mucha ayuda, pero finalmente un tal Cusin se apiadó de mi y, cuando ya anochecía, me abrió la reja de un recinto militar para que montara mi tienda a la sombra de un pino. No tenía fuerzas para cocinar, así que eché mano de una lata de fabes con chorizo que mis amigos de Toursa me enviaron para que pasara la navidad. Liquidada y con motivo suficiente. Me fui al saco a tratar de buscar el calor perdido.