Ya está en la calle
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A finales del 2.001 me despedí de Horacio el Negro en Colombia. Fue cerca de Santa Marta un pueblecito del norte donde el aire huele a frutas dulces, a tintico y a humedad de los cuerpos de los amantes abrazados en el calor de la siesta. El Negro iba para Alaska y yo descendía por Venezuela, Brasil, Paraguay y llegaría muchos meses más tarde, en marzo del 2.003, a Uruguay. El Negro nunca llegó a Alaska. Consiguió un barco para cruzar a Panamá pero un tipo gordo, bigotudo y lleno de sortijas de oro, le prohibió la entrada porque la fortuna del Negro no superaba los 50 dólares. Ese dinero le sirvió para pagar el billete de regreso a Colombia donde semanas más tarde conseguiría otro barco que le dejaría por fin en América Central. Pero la visa a Estados Unidos no estaba a su alcance. Solo por entrevistarse con un funcionario le pedían 100 dólares, Hizo algo de dinero vendiendo pulseritas que él mismo fabricaba y que extraía de un tubito mágico cuando alguien se le acercaba y le formulaba la mágica cuestión: «¿Cómo te financias el viaje?«
Estos tipos son MACANUDOS, CHÉ!! Read More »